A menudo me he encontrado con padres que me decían que eran muy exigentes con sus hijos en cuanto a las notas. ¿Está bien? Sí, claro, pero con matices. Cuando yo hablaba con ellos, le dedicaba mucho más tiempo a hablar del alumno como persona que como alumno. Y se sorprendían. Incluso, algunos, no prestaban demasiado interés a este apartado. Decía Umberto Tonucci, reconocido pedagogo, que un niño que saca un 8 no necesariamente sabe más que uno que ha sacado un 4. Puede resultar curiosa esta afirmación, pero estoy muy de acuerdo. Saber no consiste en pasar un examen, saber consiste en aplicar lo estudiado. Tal vez el niño del 4 domina mucho las preguntas que respondió correctamente y tal vez la niña del 8 ha estado estudiando muchísimo, ha memorizado y repetido hasta la saciedad los contenidos y ha sacado una nota merecida. Pero a lo que yo voy es al significado del esfuerzo. Si esa niña a los 3 días ha olvidado lo estudiado…¿ha merecido la pena?estaréis de acuerdo conmigo en que no.
Las notas son producto de un esfuerzo, de un proceso, que no necesariamente está ligado a un aprendizaje efectivo. Pero se ha convertido en una competición imparable entre padres que presumen delante de otros de las notas de su hij@. A la vez que ocurre esto, niñ@s con 10,9, 3….. pasan los días con muchas carencias personales, con déficit en soft skills.
No he escuchado a ningún padre decir » mi hijo es el más asertivo» «mi hija tiene la empatía muy desarrollada» «Me preocupa la gestión del estrés de mi hijo»…. Ni nada que se le parezca. Y, mientras tanto, las empresas lo que más demandan son gente con unas soft skills bien trabajadas. Digo esto por aquello del interés de los padres en el futuro de sus hijos. Pero es más importante que esto.
La realidad es que mientras estamos pendientes de las notas, olvidamos lo más importante: el desarrollo personal de los niños. Ojalá hubiera un boletín oficial con notas respecto a soft skills… entonces estaría encantado con esa competición entre padres, por el bien de sus hijos.