Esta habilidad, la toma de decisiones, es quizás una de las más obvias y conocidas por las personas. Cualquiera que acceda al mundo laboral, va a tener que tomar decisiones en un momento u otro de su carrera profesional. Y, como no, en su vida personal.
Centrándonos en el mundo laboral, donde los procesos de automatización y la reciente corriente de teletrabajo, provocan que sea más necesaria que nunca la independencia del trabajador. Antes, la toma de decisiones siempre recaía en los jefes, ya sean de proyecto, de equipo o los dueños de la empresa. Ahora, aunque estos se mantienen, el trabajador cobra más importancia en los procesos que dependan directamente de él. Para esto, se necesitan habilidades como la autoconfianza.
Además, la autoformación es muy importante, sobre todo en mundos tan cambiantes como el tecnológico. Es por ello que el empleado debe estar a la orden del día para no «quedarse obsoleto».
¿Y qué ocurre en la escuela? La toma de decisiones siempre ha estado a cargo del profesor. Yo digo y vosotr@s hacéis. Existen nuevas metodologías o corrientes educativas que sí fomentan la toma de decisiones, ¿pero con la intensidad adecuada?
El Aprendizaje Basado en Retos (ABR) es una metodología «nueva» que sí fomenta la toma de decisiones en l@s alumn@s. Pero solo en algunos centros se lleva a la práctica. ¿Se quedará para siempre? ¿Se incluirá dentro del currículo general? Veremos si ocurre como con el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) o el Aprendizaje Cooperativo. Todas estas metodologías, muy buenas bajo mi punto de vista, acaban chocando con la administración y su currículo. Se acaban quedando en meros añadidos en vez de cambiar una metodología obsoleta, la que marca el Ministerio de Educación.
Es una pena que con tanto meterial innovador, tantas metodologías emergentes, depende del colegio al que lleves a tu hijo, tendrás una u otra…. o lo que es peor, ninguna